domingo, 27 de abril de 2014

El por qué de la noche oscura

Cuando era niña, disfrutaba expresarme. Me gustaba cantar en público, bailar, y eso me traía alegría.

Pero en el colegio esos afanes se fueron opacando, porque llamaban la atención y provocaban rechazo del resto.

Así que me guardé en mi soledad, para evitar daño. Entonces quise escribir, cantar en la ducha, bailar en mi dormitorio, pensar y pensar.

Quise volverme una extraña, para que nadie supiera cómo era en realidad y así sentirme libre.

Pero la tristeza se apoderó de mi corazón, porque igual que todos necesitaba estar cerca de otros para sentirme ser humana.

Pasaron años de melancolía y tristeza, días que se terminaron cuando tomé la decisión de dejar atrás las actitudes y personas que me hacían daño, y me preocupé de alcanzar equilibrio emocional.

Y desde ese momento, este camino cuesta arriba me ha dado gratificaciones, más que nada en la vida. Puedo mirar a un otro sin miedo de ser atacada o incomprendida. Sé que aún no logro decodificar todos los códigos, pero sé quién soy, cómo soy y lo que quiero en la vida.

En paz.