Como buena introvertida, me dan plancha o vergüenza varias muchas cosas. Me da vergüenza en particular pedir ayuda o favores, con más razón aún a personas a quienes no conozco.
Tampoco me hago cargo -a veces- de las señales que me podrían librar de problemas, como me ha pasado estos días. Un malestar pequeño se puede hacer grande con rapidez estos días, y yo debiera ser la primera en tenerlo super hiper claro...
Y cuando ya pasó el umbral de la vergüenza, cuando pedir ayuda o favores no es una opción meditable sino una necesidad de primer orden, sólo queda ponerse en manos de otros, para luego recriminarse aquello de las señales y el dejar de lado la plancha.
Habría sido más fácil, y no habría tenido que pasar malos ratos.
Debo ser más receptiva conmigo misma estos tiempos.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario