lunes, 26 de octubre de 2015

Qué útil habría sido tener una bolsita de papel en la cartera

Estos días he comenzado a armar mi taller, que se compone básicamente de herramientas que -en la vida!- había ocupado: multifuncional que perfora-pule-corta, sierra, brocas, fresas, soplete, y así varias herramientas del estilo...

Ir a comprarlas ha sido complicado por lo poco que sé al respecto, y además porque el área no es precisamente estilo tienda para princesitas... para no quedar de ignorante, he revisado mucho en internet, buscado los nombres exactos, los precios precisos, cosa de llegar lo más informada posible al momento de la compra, pero...

La última comprada, en una ferretería enooorme... buscando un adaptador para mis brocas pequeñas... puse un pie en el edificio y ya me vi perdida! Uff dónde miéchica están los accesorios! Un guardia-ubicaperdidas me habló y llevó al sitio, no tenían la dichosa cuestioncilla entonces aproveché de pedir la lata que también necesitaba... salvando la situación, hasta que me mandaron a buscarla al fondo a mano izquierda...

Estaba lleno de tipos gritándose unos a otros! Lucho pásate la cuestión, oye wn vamos a comprar una bebía... y así... nooo me sentí tan incómoda, trágame tierra... no sabía dónde ni cómo pararme (el ataque fuerte de cohibitura me comía), pucha traté de pararme lo más derechita posible mirando el horizonte, pero la dichosa latita no llegaba nunca! Por más que traté de hacerme invisible y de correrme de un lado a otro para que nadie me viera, estaba ahí y la incomodidad me mató.

Hasta que llegó el tipo con la latona (enorrme), me hizo firmar una guía de despacho y por fin! pude escaparr.


No supe qué hacer. Nunca me relajé. Debí llevar una bolsita de papel en la cartera.

viernes, 2 de octubre de 2015

Un terremoto más

El miércoles 16 de septiembre a las 20:00 aproximadamente, vivimos un nuevo terremoto. Muchos piensan que una como chilena ya debiera estar acostumbrada, pero cómo adaptarse a estas situaciones... no puedo! no después del terremoto del 2010!

Esa noche sentí miedo. Creí casi como cierta la probabilidad de morir en caída libre desde el edificio donde me encontraba. Pensé que el piso podría derrumbarse y no tendría dónde pisar, casi como dibujo animado...

Por eso los temblores y sucedáneos ya no son broma. Me da miedo morir aplastada como hormiga. Quisiera no tener que temerlo más.

Pero ahí están. Y nunca sabes cómo y cuándo vendrá.