domingo, 29 de enero de 2017

La muerte y los muertos, Parte 2

De las cosas que recordé, a propósito del día de los muertos...

2. El rigor mortis.

Sé que es un tema horrible, pero es verdad, fuerte en realidad.


Cuando tu familiar/amig@ muere, va perdiendo de a poco su energía vital. Esto quiere decir que, en una hora aproximadamente, sus brazos y piernas se rigidizarán al punto de quedar en la misma postura de cuando se murió.


Es costumbre en muchas partes colocar una venda en la mandíbula de la persona muerta, para que cuando llegue la rigidez pueda "quedar" con su boca cerrada. Algo parecido se hace con los ojos (tal como Jacob Marley del libro-película "Un cuento de Navidad" de Charles Dickens).

Pero eso no es la peor parte. Es lógico pensar que su cuerpo, que ya ha perdido esa energía vital, mantenga una postura. No, eso no es lo peor.

Lo peor es su rostro. Se transforma. Se des-humaniza. Adquiere una textura tan diferente a la lozanía de una piel viva, que provoca hasta rechazo... no es una persona... ¡es un muerto!

Y uno no puede dejar de mirar ese rostro, acartonado, tieso, y pensar que todas las locas fantasías que escuchaste en tu cabeza (que volviera a vivir, que se equivocaron) fueron sólo eso. Tener que admitir, mirando ese cuerpo rígido y estático, que ya no hay vuelta atrás, es muy doloroso.

No se puede olvidar. El rigor mortis. La dureza de ese cuerpo sin vida, que fue parte de tu vida.


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